El fin.

 

                  José de Jesús Arias Patiño.

 

Tu eres pedro y sobre esa roca edificaré mi iglesia.

 

                                Mateo 16:18

 

La confesión de Pedro.

Mateo 16:13-20 

Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?». Y ellos respondieron: «Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o alguno de los profetas». «Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?», les preguntó* Jesús. Simón Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos». Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que Él era el Cristo.

 

Romanos 8:9-13 

Pero, si el Espíritu de Dios vive en ustedes, ya no tienen que seguir sus malos deseos, sino obedecer al Espíritu de Dios. El que no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Por culpa del pecado, sus cuerpos tienen que morir. Pero si Cristo vive en ustedes, también el espíritu de ustedes vivirá, porque Dios los habrá declarado inocentes. Dios resucitó a Jesús, y él también hará que los cuerpos muertos de ustedes vuelvan a vivir, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Esto Dios lo hará por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por eso, hermanos, ya no estamos obligados a vivir de acuerdo con nuestros propios deseos. Si ustedes viven de acuerdo a esos deseos, morirán para siempre; pero si por medio del Espíritu Santo ponen fin a esos malos deseos, tendrán vida eterna.

 

Juan 1:42
Entonces lo trajo a Jesús. Jesús mirándolo, dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan; tú serás llamado Cefas (que quiere decir: Pedro).

Juan 21:15
Entonces, cuando habían acabado de desayunar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis corderos.

1 Corintios 2:10
Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.

1 Corintios 15:5

Y esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino eterno de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible.

Gálatas 1:16
revelar a su Hijo en mí para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre,

Efesios 6:12
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.

Hebreos 2:1.

Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, El igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo.

 

Gálatas 1:16

revelar a su Hijo en mí para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre.

 

Gálatas 1:12

Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesús.

 

Gálatas 1:11,12

Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre.…


1 Corintios 2:10

Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.

 

1 Corintios 15:50

Y esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible.

 

1 Corintios 2:14
La persona sin el Espíritu no acepta las cosas que vienen del Espíritu de Dios, sino que las considera locura y no puede entenderlas porque sólo se disciernen por el Espíritu.

Romanos 8

Viviendo en el Espíritu.

8 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

 

26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.