La iluminación y el despertar de la conciencia para tener la vida eterna.

 

Revelación escrita por el espìritu de la verdad eterna Rubèn Lòpez.

 

Soy cristiano primitivo original. Por lo tanto no soy ni católico, ni judío, ni islamista, como tampoco protestante.

 

¿Sabes que es la Iluminación, el Despertar de la conciencia o la Realización del Ser humano?
 
¿Se puede vivir desde el espíritu de unidad sin pensar desde la mente dual?
 
“Conócete a ti mismo” es mirarnos a nosotros mismos y comprender nuestra verdadera naturaleza y, una vez hecho esto, vivir desde nuestra verdadera naturaleza. 
 
Si hay una verdadera naturaleza humana es porque debe de existir en nosotros una falsa naturaleza.
 
¿Pero cual es nuestra falsa naturaleza?
 
Es el sistema de conciencia mental con un par de opuestos, el de bien  el mal.
 
Es la inteligencia mental racional totalmente opuesta a la intuición o la vida espiritual. Es el sistema de conciencia mental la que ha permitido crear todo lo que llamamos civilización y progreso humano, es la conciencia mental que ha sido puesta al servicio de la maldad humana potenciando hasta extremos escalofriantes la capacidad de explotar y hasta quitar la vida a otras personas, a los animales, a la fauna, al clima, al planeta entero. Es la conciencia mental que puede provocar auténticos desastres, crear las guerras y poner a sufrir a los más pobres e indefensos. 
 
De manera errónea, creemos que la mental es la única inteligencia que poseemos nosotros los seres humanos, la única que merecemos poseer. Ignorando que tenemos otro tipo de conciencia y es la espiritual.
 

La mente del hombre se encuentra atrapada en sus deseos, en su codicia y en su maldad sin desarrollar su potencial espiritual. Solo actúan dejándose llevar por sus deseos y bajos instintos. No saben distinguir entre el bien y el mal. Tan solo miran hacia atrás o hacia adelante dejando escapar el eterno presente. Su amor cambia constantemente porque no conocen el origen del verdadero amor. Consideran que al morir todo se acaba y que lo único real es todo lo que tienen en esta vida.

 
Pero ¿cuál es nuestra verdadera naturaleza? 
 
¿Somos simplemente el cuerpo con el que venimos a este mundo, que envejece con el tiempo y se marchita después de la muerte? 
 
¿Somos la mente que se vuelve muy intelectual para evaporarse y desaparecer en el momento de la muerte?
 
¿Somos nuestras emociones que cambian con tanta frecuencia como el clima? 
 
¿O hay algo mucho más poderoso que la conciencia mental? 
 
¿Existe algo espiritual que nos pueda definir como nuestro verdadero yo?
 
La verdad es que somos mucho más que el cuerpo que vemos con nuestros ojos físicos, mucho más que nuestra mente o nuestras emociones. 
 
Nuestro verdadero yo es el espíritu. El espíritu es parte de Dios, el Creador. Debemos de experimentar nuestra verdadera naturaleza espiritual. No se trata de una búsqueda mental, intelectual o religiosa. Es tener una experiencia directa con nuestro verdadero yo.
 
Actualmente estamos dormidos e ignorantes de esta verdad. Tomar conciencia espiritual es despertar a nuestra verdadera naturaleza como espíritu, es experimentar nuestro verdadero yo. Cuando tomamos conciencia espiritual, reconocemos que podemos percibir con el espíritu, vivir en el espíritu, y vivir desde el espíritu.
 

Cuando comenzamos a vivir desde el espíritu es cuando se comienza a manifestar el verdadero amor, es cuando aparecen las virtudes de la caridad, la bondad y el deseo de evitar las cosas que son dañinas, pecaminosas e incorrectas. Es cuando comenzamos a distinguir entre el bien y el mal. ya nos dirigimos tan solo hacia los buenos pensamientos, las buenas palabras y las buenas acciones.

 

Al comenzar a vivir desde el espíritu es cuando las malas energías mentales y los malos pensamientos, van siendo desalojados de nuestras vidas y de nuestros cuerpos. Ya no matar, no robamos, no cometemos adulterio, no mentimos, no utilizamos malas palabras, no nos enfadamos, no calumniamos, no codiciamos y no destruimos a la madre naturaleza, y ya no matamos, ni maltratamos a los animales.

 

Empezamos a tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros, y compartimos con los demás lo poco que tengamos. Primero intentamos hacer buenas acciones para con nosotros, luego para con nuestra familia y finalmente para los desconocidos. Nos estaremos liberando del sufrimiento y de la esclavitud mental.

 

El vivir desde el espíritu nos hace ser conscientes de los males y de la impureza de este mundo. Se nos revela que el reino espiritual de Dios es eterno, es puro, es santo, es exquisito y libre de impedimentos. 

Vivir desde el espíritu nos enseña que todo lo que hay en este mundo es finito, es pasajero y es perecedero. Entendemos que la única realidad es eterna, sin principio y sin fin. Tomamos conciencia de que todo es vacío. Vivir desde el espíritu es ser eternos, es renunciar al mundo, a los deseos y a los apegos. Es comenzar a vivir en un espacio infinito, en una conciencia libre y sin limites, es alcanzar un estado de completa cesación de toda actividad mental.

El vivir desde el espíritu nos dota de poderes sobrenaturales, podremos pensar, hablar, actuar, ver y escuchar, de la manera en que otras personas no lo pueden hacer. Al sacar de nuestras vidas el sistema de conciencia mental entramos en un estado de despertar espiritual al cual se le llama iluminación. Es un espacio de serenidad y de mucha felicidad, paz y tranquilidad. Es cuando nos preocupamos con mucha empatía por tratar de salvar a los demás.

Todos nosotros tenemos atributos espirituales perfectos y una sabiduría original. Si tomamos conciencia de que la verdadera naturaleza humana es la espiritual y no es la mental, iremos camino hacia el gran despertar de la conciencia que nos dirige hacia la iluminación.

Muchas personas piensan que la búsqueda más importante de la vida son las riquezas materiales, la fama y el poder,  pero la realidad es bien distinta, la búsqueda más importante de la vida es aprovechar al máximo el tiempo que se nos ha dado, estamos aquí para acumular riqueza espiritual y no riquezas materiales. Al final de esta vida, descubriremos que hemos trabajado por el objetivo equivocado y que dejaremos este mundo sin llevarnos nada.

Está claro que si nos debe de importar y mucho lo que hagamos con nuestra vida, pues nuestra vida terminará algún día. Quienes hayan elegido jugar el juego de la vida invirtiendo todo su tiempo en la adquisición de riquezas, propiedades, fama y poder, al final se verán obligados a dejarlo todo atrás. Cuando exhalen su último aliento, deberán entregar las riquezas materiales a quienes se quedan en este mundo mientras que la fama y el poder habrán desaparecido para siempre: ¿Pero que va a pasar con dichas almas después de la muerte si no vivieron de la manera correcta que era la espiritual? 

Estas personas no valoran el hecho de que el resto de nuestra existencia es eterna. Pero se pierden ce dicha eternidad por ir tras los deleites y las riquezas pasajeras de este mundo.

El bien más valorado en el reino eterno más allá de este mundo, al que todos iremos después de la muerte, es el amor espiritual. El amor espiritual no se mide por nuestras riquezas materiales, sino por la cantidad de amor que hemos irradiado a los demás. ¿Amamos a Dios? ¿Amamos a nuestros semejantes? ¿Amamos toda la creación? 
 
El amor se traduce en pensamientos, palabras y acciones que se expresan en bondad hacia los demás. Se expresa en cuánto nos preocupamos por los demás. Se demuestra por cuánto damos de nosotros mismos para ayudar o servir a los demás.
 

Nos demos cuenta o no, siempre estamos siendo observados por el Dios eterno. Pocas personas van por la vida conscientes del hecho de que Dios está siempre con nosotros. Dios lo sabe todo. ¿Qué pasaría si supiéramos que Dios nos está mirando? ¿Llevaríamos otra clase de vida? ¿Seríamos más justos, amables y cariñosos con los demás?

 

Las personas del mundo se preguntarán: "¿Dónde está Dios?" Dios está dentro de cada uno de nosotros. Dondequiera que estemos y hagamos lo que hagamos, Dios lo ve todo. Dios es el Poder que nos da la vida eterna. 

El poder que se mueve en nuestro cuerpo es el Poder espiritual de Dios. La porción de ese Poder asignada para habitar nuestro cuerpo es nuestro espíritu. Nuestra alma es, pues, una gota del infinito Poder de Dios. Como parte de Dios, todo lo que el alma experimenta a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones es conocido por Dios.

Todo lo que pensamos, decimos y hacemos es conocido por Dios. Si fuéramos conscientes de que Dios escucha nuestros pensamientos y palabras y observa nuestras acciones, viviríamos de la manera correcta desde el espíritu y no desde el sistema de conciencia mental que es la que nos conecta con todas las cosas de este mundo que tan sol sirven para la perdición.

El Espíritu de la verdad eterna Rubén Lòpez.

 

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